Una vez invitaron a un tal Pepe a una barbacoa en la terraza de un amigo.

Era al aire libre. Hacía sol. Vamos, el día perfecto para una barbacoa.

Pero al rato, empezó a nublarse...

Primero unas nubes blancas, luego grises… y al poco tiempo, negras.

Negras como la camiseta de un gurú podcaster.

De esas nubes que huelen a un buen chaparrón.

Como es normal, Pepe levantó la vista y miró el cielo.

Se extrañó...

Se extrañó al notar que nadie de los presentes en la barbacoa decía nada sobre esas nubes negras.

¿Era el único que lo veía?

¿El único en esa barbacoa que había notado que el cielo se estaba poniendo como el futuro de Pedro Sánchez?

La gente seguía como si nada.

Charlando. Riéndose. Sirviéndose chistorras, filetes, chorizo... ¡más botellines de cerveza!

Incluso escuchó a uno decir:

Qué buen día se ha quedado, ¿eh?

Nuestro Pepe no daba crédito. Las nubes negras estaban ahí...

Miraba a su alrededor con cara de ¿pero qué cojones está pasando aquí?

Pepe no aguantó más...

Y lo soltó en voz alta:

Parece que va a llover.

Y así fue.

Tal y como él dijo...

Llovió a cántaros.

Como si no hubiera un mañana.

Como si el cielo llevara semanas aguantándose las ganas.

Los filetes mojados, las chistorras destrozadas, la gente corriendo hacia dentro.

Desde entonces, sus amigos lo llaman Pepe el visionario.

Él, de coña, prefiere que lo llamen: 

observador atmosférico con intuición superior a la media.

Bien...

¿Te parece absurdo?

Pensarás que esta historia es surrealista.

Que nadie hizo lo que cualquier persona haría: mirar al cielo, ver las nubes negras… y avisar.

Pero lo cierto es que nadie más lo hizo. Solo nuestro Pepe.

Solo él tuvo los cojones de decir en voz alta:

Parece que va a llover.

Y llovió...

Te sigue pareciendo absurdo, ¿no?

Pues esto mismo pasa también con el emprendimiento, con el copywriting, con los emails...

 Casi nadie se para. Casi nadie observa. Casi nadie piensa. Casi nadie mira. Casi nadie escucha. Casi nadie lee.

En ese casi deberías encajarte tú.

Mira por la ventana.

Sal y pasea durante un rato.

Escucha lo que dice la gente en la calle.

Lee algo bueno, aunque solo sean 15 minutos al día.

Piensa, aunque sea un rato breve…

Pero piensa de verdad, no como Echenique.

Haz eso todos los días. Sin fallar.

Y verás cómo te sobran las ideas. Cómo cambia lo que escribes. Cómo se nota lo que comunicas...

Y cómo empiezas a ser el que señala el cielo antes de que llueva. 

Hablando de pararte a leer y esas cosas...

Tengo una revista que es para leer. 

Leer y aplicar es el mejor método para aprender. Y aprender a vender es el mejor modo de ganar dinero.

Por tanto, lo mejor que puedes hacer para ganar dinero es leer mi revista y aplicar las cosas que cuento en tu día a día y en tu negocio.

Leer y aplicar. Eso es lo que más te recomiendo de todo.

Por eso te recomiendo que leas mi revista. Es mía, no esperes nunca que te recomiende la revista de otro. ¿Qué quieres que haga? ¿Que venga aquí y te diga, no leas mi revista, lee mejor la de Fulanito y Menganito? Sería falso contigo y conmigo mismo.

Bien...

Es una revista donde aprendes a vender.

A ver... aprendes sobre psicología de ventas, copywriting de alto nivel, storytelling adictivo, estrategias de negocios online, email marketing, cómo construir una marca personal imposible de ignorar... y cómo aplicarlo.

Todo eso significa básicamente cómo hacer que te escuchen, cómo obtener más atención en el mundo online y cómo crear una marca potente para que al final te compren más.

Luego hago siempre el intento de que aprendas todo esto de forma entretenida. Y creo, por lo que me dicen, que lo consigo.

Educativo y entretenido. No hay más.

Pero bueno qué te voy a decir yo... como te he dicho... ¡es mi revista!