La mayoría de la gente huye cuando intentas vender.
Pero a todo el mundo le encanta comprar.
Aprende a vender de tal forma que tus potenciales clientes se sientan estúpidos si no te compran.
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Si quieres que te compren más, escucha a tu abuela y no al nuevo gurú de marketing.
Una vez fui a un pueblo perdido de Logroño y vi a una abuela golpear una cacerola contra el suelo de piedra de la plaza.
¡PLAM! ¡PLAM! ¡PLAM!
El ruido atravesó el bullicio del pequeño mercado. Todas las cabezas giramos hacia el sonido metálico.
¿Sabéis lo que es un crimen? Darle a tu hijo una galleta del supermercado y verle la cara de decepción. Además del veneno industrial que le estáis metiendo en cada desayuno a ese pobre niño.
Se escucharon risas. La gente poco a poco se iba agolpando.
¡Peor aún! ¡Darle a tu pobre nieto una de esas galletas del diablo… y que encima te diga que están buenas!
Más risas. Se sumó más gente.
¿Qué está pasando aquí? Esto pinta divertido...
Lo que sí debería ser delito, madres del mundo, es hacer creer que eso que venden en los supermercados es una galleta. ¡Eso son posavasos con toneladas de azúcar!
Un grupo de señoras mayores empezó a asentir con la cabeza como aquel muñeco amarillo del anuncio de Levis de los 90. Una madre agarró a su hijo del brazo y lo trajo hacia delante. Algo había les tocado.
Me quedé. Esto prometía...
Entonces, con una sonrisa de abuela pícara, se agachó, abrió una caja y sacó una bandeja llena de galletas doradas, brillantes y con forma de flor.
Las recetas de estas galletas no son cosecha mía, son de mi madre. Y la señora ya nos mira desde arriba que en paz descanse.
Se llevó más de 60 años haciendo la misma receta. Con manteca de verdad. Con huevos de corral. Con vainilla de vaina y no de bote.
Y ahora las hago yo...
¿Queréis verlas? Mirad, mirad… Miradlas de cerca y probadlas si queréis.
Y sacó una cucharilla. Partió una galleta y sonó un crack seco. El interior estaba tierno. Un niño la probó y puso ojos como platos. Otra señora agarró otra sin preguntar. La probó. Cerró los ojos y asintió de nuevo como toda señora mayor. Mmmm… Me recuerdan a las que hacía mi abuela (dijo esta señora).
Mientras repartía trozos en servilletas de rayas, la abuela no paraba de hablar:
Solo las horneo los martes y viernes.
Una vez vinieron los de 'Saber Vivir' a grabarlas, pero no les dejé grabar porque esto no es para ir enseñándolo por la tele.
Hay un chef con estrellas Michelin en Pamplona que quiso comprarme la receta por 700 euros, pero le dije que no. Las mejores recetas no se venden. Se heredan.
Y para acabar de forma magistral, el cierre...
Normalmente las vendo en un obrador que tenemos en Logroño, pero como hoy es fiesta y he venido a ver a mi prima… os vais a ahorrar el viaje a la ciudad.
Y no solo eso. ¡Os vais a ahorrar el precio que cuesta en mi obrador!
Allí cuesta 7 euros la bolsa.
Como ya me vuelvo a Logroño y llevo un poco de prisa… y porque ya no tengo edad de viajar cargada con todo esto... os la dejo por solo 5 euros. ¡Y solo me quedan estas 30 bolsas!
De repente, una estampida de manos, monederos, billetes de cinco...
La abuela las vendió todas en menos de 5 minutos.
Esta fue una de las mejores clases magistrales de ventas que presencié en mi vida.
Si eres un emprendedor online, escucha atentamente:
Nadie compra de forma online sin leer antes una página web, una página de venta, un anuncio publicitario o un email.
Y cerca del 80% de Internet es texto (incluso más, si incluímos los guiones de los vídeos).
Paradójicamente, la mayoría de los emprendedores online ignora el poder de la palabra escrita para vender más.
Dominar la psicología de ventas, la escritura persuasiva, la redacción publicitaria o el email copywriting no es una opción, es la base sobre la que se construyen los negocios online de éxito.
Emprender es más fácil si sabes vender.
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Dementes de las ventas...
















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En España hay mucho ventafóbico porque es un país de miedosos y envidiosos.
Un ventafóbico es una persona (principalmente envidiosa) que tiene miedo de vender porque cree que vender está mal.
Y hoy día el miedo es una epidemia que paraliza a la mayoría. Vives bombardeado con noticias diseñadas para asustarte. Normal, saben que el miedo vende.
Te han domesticado con trucos baratos.
Donjuanes de la vida son los que ahora suben hasta lo más alto en el poder.
Da igual si vienen del gobierno, de una empresa o de la sociedad, siempre usan la misma fórmula: asustarte, hacerte cargar culpas ajenas y llenarte la cabeza de cuentos para que no cuestiones nada.
Y curiosamente, aquellos que tienen miedo de vender y ganar dinero… no tienen miedo de criticar a quienes venden y ganan dinero.
Son los mismos que ven el éxito con desconfianza, que llaman estafador o suertudo al que prospera y que justifican su falta de resultados diciendo que el dinero corrompe.
Son los mismos que tienen miedo al fracaso, por eso no dan ningun paso, solo de la cama al trabajo y del trabajo a la nevera y de la nevera al sofá... para deslizar la pantalla del móvil hasta el infinito mientras comen mucho y odian fuerte.
La verdad es esta: el miedo a vender es (en el fondo) miedo a ganar dinero... y a ser libre.
Y ese miedo es lo que limita.
Y por desgracia, el miedo cotiza alto.
Y como te he dicho antes, la mayor parte de la gente le tiene miedo a vender, pero también tiene miedo a que le vendan.
Tienen miedo de reírse de uno mismo.
A que le digan que no.
A hablar con la gente.
A decir que no.
A hacer el ridículo.
A escribir.
A llamar por teléfono.
A escribir y enviar un email cada día.
A pensar.
A pensar diferente.
A ejecutar.
A ejecutar ideas diferentes.
A emprender.
Al error.
Al fracaso.
Al jefe.
Al despido.
A hablar en público.
Al qué dirán.
Al dinero.
A la libertad.
A la muerte...
Y por supuesto... a Hacienda.
Y estos miedos los sufre también un empleado que quiere pedir un aumento o un emprendedor que duda en lanzar o no su negocio… incluso un profesional con experiencia que teme aumentar sus precios.
Si tú eres emprendedor quizá tengas miedos que aún no sabes que tienes.
Tener miedo significa vivir limitado, ganar menos de lo que realmente podrías y quedarte para siempre atrapado en una vida repleta de excusas.
Y además... tener miedo te impide crear un negocio con sangre en un mundo cada vez más robotizado, deshumanizado y artificial.
Y cuando empiezas a no depender de la aprobación de los demás, cuando te da igual lo que piensen de ti, cuando no muestras necesidad ante nadie, cuando te resbala la opinión de un ofendidito de sofá con los dedos pringados de Cheetos... ahí es cuando dejas atrás el miedo.
Ahí te separas de la muchedumbre, de lo corriente, de lo común, de la masa, de lo colectivo y de lo mediocre.
Ahí encuentras tu propio camino.
Ahí te haces más fuerte e independiente que el resto de la gente.
Ahí empiezas a construir un negocio con personalidad, un mundo propio alrededor de tus productos o servicios.
Ahí comienzas a ser más atractivo para los demás.
Y ahí... es cuando empiezas a vender más.
Y vender más (como es lógico) te genera más dinero.
Y el dinero es la herramienta que te proporciona libertad... tanto aquí en España, en Paraguay o en Pekín.
Por eso, solo unos pocos logran hacer mucho dinero, y es porque aprendieron a vender sin miedo.
Un ventafóbico también se refiere a una persona (principalmente envidiosa) que tiene miedo a que le vendan porque cree que le van a estafar o engañar.
Y en realidad esto es normal, ya que hay gente que sabe vender muy bien pura basura.
Productos malos, promesas imposibles o directamente humo, nada, vacío…
A estos se les conocen como vendehúmos, los que te prometen lo que nunca podrán cumplir y se piran cuando toca dar la cara.
Es irónico, pero saber vender te protege de ciertos gurús de camiseta negra.
Luego están los vendemotos, estos no inventan nada de la nada, estos te la cuelan en cuanto pueden inflando la realidad hasta el absurdo.
Te venden algo que existe... pero disfrazado de oro puro cuando en realidad es latón pintado.
Ambos pueden colársela a unos cuantos, el mercado los trajo... sí, pero el mercado no es tonto porque tarde o temprano... los barre.
Esto me recuerda a una frase que se le atribuye a Abraham Lincoln:
Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo.
Aquellos que venden engañando a la gente tienen mi absoluto desprecio.
Un producto se puede vender incluso contando sus fallos, limitaciones o desventajas.
Ya sabes, no hay nada perfecto en esta vida.
Hoy disponemos de todas las herramientas y conocimientos del mundo como para ir vendiendo productos malos.
Y ya no hablemos de los copyplanistas: esos que siempre dicen copy, esos que nacieron con una plantilla debajo del brazo. Esos que en lugar de vender dicen que comunican, por miedo a vender.
Y claro, como van con miedo, lo hacen todo de forma plana, muy políticamente correctos y sin transmitir nada. Al final ni comunican ni venden.
Nada. Todo aplantillado, trillado, aburrido, tibio, gris, neutro, plano, planero, planucio...
Auténticos planistas de la vida.
Estos, incluso pueden tener buenos productos, pero por falta de personalidad y confianza la gente no les compra.
Joder... visto así, el panorama da un poco de pena.
Por suerte, hay otra forma de vender. De hecho es la mejor forma de vender.
Sin humo, sin motos, sin sonar a un autómata que mata de aburrimiento.
Se puede vender diciendo la verdad y haciendo que la verdad suene más atractiva. Gary Bencivenga
Sin engañar. Sin exagerar. Que tú y tu cliente salgáis beneficiados. Pero hombre... esto hay que hacerlo con algo de gracia.
Con gracia no me refiero a contar chistes como un bufón o un meme. Me refiero a escribir de forma persuasiva y a entender mejor el comportamiento humano (por qué hacemos lo que hacemos, por qué compramos lo que compramos).
Y esta habilidad, arte y ciencia al mismo tiempo, es la que te muestro y te enseño aquí dentro.
Esa es la clave de una buena venta (y de una buena compra).
Al final, la realidad es que el 85% de los negocios cierra en menos de 3 años.
Y tú, si tienes buenos productos o servicios pero tienes problemas para venderlos... probablemente te pase lo que le pasa a ese 85%.
Es por esto que la prosperidad y la libertad de un país depende de la capacidad de sus ciudadanos para vender bien.
Hablan de emails adictivos.
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Suelo espantar a aquellos que les da miedo el dinero.
Y eso de espantar a quienes nunca serán clientes puede ser una estrategia de ventas muy inteligente.
Te voy a contar una anécdota graciosa sobre la pasta, el parné, la plata, la guita, las pelas, las perras, el money...
Y además, quizá descubras otra forma más de llamar al poderoso caballero don Dinero.
JESÚS QUINTERO:
Gaspar, ¿a ti te revela saber que eres el mejor y que no tienes el sitio que mereces?
GASPAR DE UTRERA:
¿Y de qué me vale, Jesús? ¿De qué me vale ser el mejor si no tengo contratos, ni dinero, ni nada?
JESÚS QUINTERO:
Pero tú lo sabes... Tú sabes que eres un monstruo en esto del flamenco.
GASPAR DE UTRERA:
Hombre, eso me lo dicen. “Tú cantas muy bien, Gaspar”. Pero luego, ¿qué? Canto bien, pero no me dais contratos. ¿Si no me dais toros cómo voy a cortar orejas?
JESÚS QUINTERO:
¿Y no te basta con gustarle a los entendidos?
GASPAR DE UTRERA:
No, porque los entendidos no dan nada. Con los entendidos no se come, Jesús. A mí me dicen: “Eres una maravilla, Gaspar, eres un genio.” Vale, ¿y qué? Yo, hijo, yo tengo que vivir...
JESÚS QUINTERO:
Entonces... ¿Por qué brindamos, Gaspar?
EL CUCHARA DE UTRERA:
Por la salud...
GASPAR DE UTRERA:
¿Qué salud ni salud? ¡Por el dinero!
JESÚS QUINTERO:
¿El dinero es lo más importante, Gaspar?
GASPAR DE UTRERA:
Hombre, claro. Salud, ni salud, todo el mundo la salud… Pero sin dinero, ¿qué salud vas a tener?
EL CUCHARA DE UTRERA:
Bueno, pero hay que tener salud…
GASPAR DE UTRERA:
No, no... Hay que tener dinero. Tú entras en un bar sin dinero y la gente te lo nota.
JESÚS QUINTERO:
¿Te lo notan? jajaja…
GASPAR DE UTRERA:
Claro. Si entras y estás tieso, te miran raro. Pero si tienes dinero, andas distinto, hablas mejor, y hasta pareces más alto y te pones más guapo.
EL CUCHARA DE UTRERA:
Bueno, pero la salud…
GASPAR DE UTRERA:
¿Tú te crees que con salud se llena el estómago? Yo tengo que comprar en mi casa antes de las 8 de la mañana treinta kilos de manteca, carne, lo que sea, para que mis hijos coman. ¿Y eso en el supermercao no se compra con salud? Se compra con dinero.
JESÚS QUINTERO:
Pero el dinero no lo es todo… ¿no, Gaspar?
EL CUCHARA DE UTRERA:
Está claro… Sí, hay que tener dinero y de vez en cuando un resfriadito, una calenturita, un dolorcito de estómago…
GASPAR DE UTRERA:
Claro, pero con dinero te puedes salvar...
JESÚS QUINTERO:
¿Entonces el dinero es la verdadera salud, Gaspar?
GASPAR DE UTRERA:
Hombre claro. Si tienes dinero, comes bien. Y si comes bien, tienes salud. Y si tienes salud, ya está.
EL CUCHARA DE UTRERA:
Bueno, pero mejor la salud porque con un pan con tomate ya está uno comío...
GASPAR DE UTRERA:
Y después estás esmayao... Anda ya. Tú comes pan con tomate hoy y mañana. Pero al tercer día, ¿qué? ¿Otro pan con tomate? Así no se vive, hombre.
JESÚS QUINTERO:
Entonces... ¿por qué brindamos?
GASPAR DE UTRERA:
¡Por el jurdó, hombre! ¡Por el jurdó!
¡Joder! ¡Cuanto arte y cuanta verdad!
Bien. Ahora escucha esto:
Si estás aquí es que eres inteligente, pero es que los emprendedores, vendedores y copywriters que se apuntan cada día a este club de ventas para aprender mentalidad, psicología, técnicas de ventas, email marketing, publicidad y copywriting...
...con el tiempo comienzan a andar distinto, parecen más altos y hasta se ponen más guapos.
Aquí para parecer más alto y ponerte más guapo.
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Si pierdes ventas, pierdes dinero.
Si pierdes dinero, pierdes tu negocio.
Si pierdes tu negocio, pierdes libertad.
No tengo ninguna carrera universitaria.
En 2008, a los 19 años monté junto con mi hermano un bar de copas.
Después de 6 años lo cerramos y me fuí a repartir pizzas a Francia.
También fui barman en un hotel de París.
Cuando regresé a España, durante años facturé millones de euros para varias multinacionales vendiendo sus productos en persona.
Desde que emprendí, hace ya 17 años, llevo sufriendo y aceptando el rechazo y el fracaso en mis carnes.
Tengo claro que es el único modo que existe para lograr el éxito.
Stephen King cuenta que al comienzo de su carrera como escritor, clavaba en la pared (con un clavo) cada carta de rechazo que recibía de las editoriales:
Cuando tenía 14 años, el clavo ya no soportaba el peso de todas las cartas de rechazo que había ensartado en él. Lo sustituí por una estaca y seguí escribiendo.
El resto es historia...
Si emprendes y odias vender porque temes el rechazo, prepárate para un camino muy difícil. Lo más probable es que el éxito nunca llegue.
Y es duro. Estar ahí fuera vendiendo un producto.
Mucho desgaste físico y mental.
En 2020, con la pandemia, como no podíamos salir a la calle a vender, no tuve más remedio que aprender a vender por escrito para ganarme los objetivos mensuales en el trabajo que tenía por aquella época como representante de ventas en farmacias para una farmacéutica.
Solo tenía 2 formas de vender mis productos a mis clientes: por llamadas o por escrito, ya sea vía emails o WhatsApp.
Opté por el email, ya que pocos cogían el teléfono y el WhatsApp lo usaba para resolver otros tipos de problemas de gestión y logística.
Bien...
Me encontré el primer problema: casi nadie abría o respondía a mis emails.
Eran sosos, serios, con asuntos formales y sin impacto.
Entonces, me puse a investigar bien sobre cómo enviar correos para vender y di con el copywriting de alto nivel, gracias a un tipo que, como yo, también pasó un tiempo vendiendo en la calle: se llama Gary Halbert, considerado uno de los mejores en esto de vender por escrito.
Me empapé y apliqué todo lo que aprendí vendiendo tanto en persona como de copywriting para vender a mis clientes a través de estos emails.
Empecé a ver los resultados, comenzaron a abrirlos y a responderme. La mejor respuesta solía ser una risa acompañada de un dale, envíame esta oferta, Pablo.
Fue cuando me di cuenta del potencial que tenía la escritura persuasiva.
Y te aseguro que llevo años viendo cómo personas hartas de la rutina, aburridas de un trabajo mediocre con sueldos mediocres o simplemente con ganas de ganar más y de crecer en la vida, descubren el poder de escribir textos de ventas que generan dinero de verdad. Ya sea para ti, para tu negocio o para el negocio de otro.
No es un talento innato, es aprendido. Y por supuesto, puedes aprenderlo tú.
Puede ser un sistema más una pizca de tu mundo y el de la gente.
La capacidad de persuadir con la palabra escrita es una habilidad que siempre estuvo y siempre estará en alta demanda.
Internet lo ha puesto en alza ya que vivimos en un océano de información y ruido.
Saber escribir una web, un anuncio publicitario, emails o buenas cartas/páginas de ventas te diferencia del 99% del mercado.
Si lo haces bien, probablemente despidas a tu jefe.
Podrías trabajar desde donde quieras… cuando quieras… y cobrar lo que realmente vales.
Cada negocio necesita palabras que generen dinero para mantenerse a flote.
Incluso, si lo haces por tu cuenta (a modo freelance) puedes ganar más que muchos médicos y abogados solo escribiendo emails o páginas de ventas tan simples como asesinas, diseñadas para disparar a la mente de la gente.
Por eso, siempre digo que el mundo de las ventas se paga muy bien, tanto en persona como por escrito.
Saber vender es una de las mejores habilidades que puedes aprender en esta vida, y si aprendes a hacerlo bien por escrito, puedes ganar 3 de las libertades más deseadas:
- libertad económica,
- libertad geográfica y
- libertad de tiempo.
Te lo digo por experiencia propia y por eso, te animo a entrar en mi mundo.
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